Las herramientas ortodoxas de disuasión del crimen han quedado obsoletas. De nada sirve
pedirles a los cacos que “por favor se
porten bien y no delincan”, o confundir a la población al hablar de una
“sensación de inseguridad”. La situación se ha ido de las manos cual jabón
díscolo en la bañera, y es tiempo de que alguien le ponga un hilito, antes de
sufrir las consecuencias de agacharse y recogerlo, o ser recogido.
En el marco del nuevo “Plan de Seguridad
que Realmente Creemos que Va a Funcionar, Posta, Esta Vez Si”, el Ministerio de
Seguridad presentó una curiosa innovación tecnológica, que alguna vez fuera furor en la pantalla grande.
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De viejo a vintage, a un marketing de distancia. |
Inspirados en las populares patrullas vistas en Robocop, se presentaron
en sociedad los nuevos “Patrucops 2013, copa Evita capitana”, llamados a recorrer
las calles del país brindando seguridad.
Se trata del antiguo modelo Taurus de
Ford, que se desarrolló en Estados Unidos a mediados de 1980 y se discontinuó
cuando el progreso tecnológico golpeó el capot de estas máquinas.
En una inversión estratégica, el
ministerio compró 2000 de estas unidades a un desarmadero norteamericano, a
solo un 70% de lo que costaría un auto cero kilómetro.
Una vez desembarcados en territorio
nacional, se procedió a actuar como cualquier ministerio hace cuando
reacondiciona una flota, incorporando coches de hace 30 años y pintándolos de
nuevo con insignias alusivas. Tanto la pintura como el ensamblaje de las sirenas son de producción nacional. Otro motivo de orgullo.
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Para todos y todas. El oficial Schultz, de parabienes. |
La onda expansiva de este anuncio ha
promovido algunas nuevas ideas en consideración. Luego de perder una puja para
adquirir el batimóvil original, se pensó en algún modelo de patrulla inclusivo,
motivo por el cual ingenieros de la UTN están trabajando en una readaptación
del viejo y querido Peugeot 404 para convertirlo en una réplica del auto de Penélope
Glamour.
Se desconoce si estas medidas lograrán bajar los guarismos delictivos, pero al menos aportan una dosis de humor para que no nos roben la alegría.
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