Cientos de problemas encuentran los que se
quieren hacer los drogados para quedar “cool”. El drogado queda arquetipado
como “nuevo borracho”. Las falacias del modelo de Paolo el Rockero o el hippie
latinoamericano. Las enseñanzas de Chichilo Viale.
Los jóvenes contemporáneos tienen
múltiples recursos para expresarse y establecer contacto con quienes los
rodean: el celular, el Facebook, la Internet
y una batería de herramientas que te permiten saber al instante si un colega anda flojito de vientre o si lo fue
rebotado por una potencial pareja por enésima vez.
A pesar de estas formas de facilitar la
empatía, hombres y mujeres no consiguen
adaptarse o pertenecer a grupos sociales, lo que incrementa los índices de
soledad, tal como se observa en la gráfica:
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Interacciones y rechazos configuran tu nivel de Soledad. |
Por este motivo es que cada vez más
acuden a simular estados de drogadicción, buscando crear afinidades con un
tópico que está presente a flor de
piel.
Y así salen por la calle, impunemente,
pretendiendo estar drogados, solo para encajar con su entorno. Pero son tan
cortas las patas de las mentiras como las pitadas de un canuto, y muy pronto
queda develado el engaño de aquellos que impostan sus acciones ante los
verdaderos drogones.
Errores comunes:
Históricamente se creyó que el modelo de
drogadicto se asemejaba a un hippie roñoso, de pelo largo, que pronunciaba
frases incongruentes tales como “Ser humano” “che, persona” o “uhh, que flash,
loco”. Por culpa de la televisión y la personificación de Paolo el rockero,
miles de personas aprendieron equivocadamente el “modus operandi” del falopero
promedio.
Otros, equivocando aún más el camino,
eligen una personificación similar a la de Chichilo Viale, la que no sólo es
extemporánea, sino que carece de gracia, con excepción del propio Chichilo, que
es un capo, sobre todo cuando bate su pelo símil Alberto Einstein.
Un nuevo paradigma:
Si bien no lo aconsejamos en absoluto,
debemos marcar a las nuevas generaciones que quieran aparentar drogadicción,
que los modos y léxico han cambiado mucho. Hoy vemos mayoritariamente “drogadictos cool”: gente prolija, de
clara dicción, con estudios universitarios y salarios por encima de la media.
Solo se mantiene de la vieja escuela la risa contagiosa y los ojos rojos
soñadores.
Avanzando en el camino de la droga,
tenemos en otro nivel a los “drogones
peligrosos” que, pasados en sustancia, se ponen violentos o paranoicos, con
algunas regresiones infantiles. O en el
final de la carrera, al “drogadicto
recuperado”, caracterizado por una prominente hinchazón y problemas
evidentes para hilar dos palabras consecutivas.
Algo para hacer:
En caso que usted se haya sentido
identificado con este grupo de personas, existen tres alternativas claras:
- Mejorar
el fraude con los consejos previamente explicados aquí. Si lo hace
suficientemente bien, podrá desarrollar una carrera como actor, lo que lo
llevará eventualmente a acercarse a las drogas.
- Tomar
directamente el camino de las drogas y que las circunstancias hablen por uno.
Recuerde que es un delicioso camino de ida, lleno de experiencias únicas y
oportunidades de disfrute que no se recomienda
en absoluto.
- Dejar
de caretearla y forjar su propia personalidad. Probablemente termine recluido y
solitario. En caso que se vea en estado de Soledad, sea usted mismo y
aguántesela. O revolee el poncho y a otra cosa mariposa.